«Que JESÚS haga presente su PAZ y su LUZ en el mundo»

 


Cuentos de Navidad 12



Gaspar y su camello se pierden de mi belén

El silbato de Santa Claus

Unas recetas muy especiales (3)

El encuentro con Jesús

Un extraterrestre llega a la Tierra

Una visita espacial

De mi tiempo a Belén

Ha desaparecido Melchor y su camello

La campanilla mágica

Eric en el Polo Norte


 

 


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Gaspar y su camello se pierden de mi belén

Era Navidad. Todas las casas estaban adornadas con luces, muñecos y muchos adornos.
Yo estaba a punto de terminar mi belén cuando me dí cuenta de que el rey Gaspar y su camello se habían desaparecido. Gaspar iba vestido con un manto morado, una capa dorada y un broche plateado con un rubí en el centro. También tenía una corona con un manto verde. Su camello tenía una bonita manta azul y una silla roja y dorada.

Miré en la caja de figuras a ver si estaba allí... pero no lo encontré. Al final terminé el belén y como era muy tarde me metí en la cama.

Al día siguiente seguí buscando a Gaspar, pero no lo encontré, aunque me fijé en que había una pequeña ranura (tan grande como un ratón) y miré por él. Ví un montón de ratones alabando a mi figura y su rey recondándoles una leyenda:

Érase una vez cuando los ratones estábamos en guerra con los humanos hubo un hombre llamado Gaspar. Era un rey sabio y generoso, tan bueno, que ordenó que matar ratones quedara totalmente prohibido. Yo seguí observando, pero un ratón con cara de tonto me descubrió y avisó a los demás. En ese momento, me dieron un caramelo, que me volvió tan pequeña como ellos y me durmió.

En cuanto me desperté estaba en una jaula encerrada y con un guardia al lado. Yo le dije:

— Esa figura es mía. No os la podéis quedar.

— ¡Silencio, prisionera! No tienes derecho a hablar.

Ví que era el mismo ratón de antes, que tenía cara triste. Le pregunté que le pasaba y me contó que le transformaron en ratón y que antes era una persona. Le dije que le ayudaría si me liberaba. Así fue. Recuperé mi figura, pero el problema era, cómo podíamos volver a ser humanos. El ratón me contó que había una fuente mágica que vuelve a las cosas a su estado inicial y que estaba vigilada por los ratones. Conseguimos una botella, salimos de allí y recuperamos nuestro estado normal.

Coloqué mi figura en el belén y todo volvió a la normalidad.

Lucía Gª, 4º B EPO


 


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El silbato de Santa Claus

Hace muchísimo tiempo, en un lejano país, había un niño que se llamaba Juan y le gustaba mucho Santa Claus. Un día iba de paseo ytropezó con algo, lo cogió y vio la cara de Santa Claus. Se fue corriendo a su casa para enseñárselo a su madre.

— ¿Qué es esto? - le preguntó su mamá.

— No sé mamá, me tropecé con ello y vi la cara de Santa Claus. Por eso lo traje.

— ¡Es un silbato!

Como ya era de noche se fue a la cama y estuvo soñando con Santa Claus. A la mañana siguiente se levantó corriendo a desayunar y después se fue a casa de un amigo con el silbato mágico.

Silbaron y apareció Santa Claus. Se quedaron muy sorprendidos y le preguntaron si podían pedirle muchos regalos.

— Sólo se puede pedir un regalo cada uno - dijo Santa Claus.

Se pasaron toda la tarde jugando y pensando qué podían pedir: camiones, coches, un perrito... Juan quería una máquina para hacer palomitas y su amigo Lucas prefería un coche teledirigido o un viaje a Disney.

Al día siguiente fueron al cole y de camino a casa, cuando volvían, vieron a una familia con dos niños en el parque. Se quedaron jugando con ellos. Cuando llegó el momento de irse a casa la mamá les dijo que habían perdido el trabajo y que no tenían donde pasar la noche y que a lo mejor los niños no tendrían juguetes para la Navidad.

A Juan le dio mucha pena y con su amigo Lucas sacó el silbato y lo hizo sonar. Cuando apareció Santa Claus le dijeron:

— Deseamos una casa con juguetes para esta familia y un trabajo para su papá.

Después de hacer esta petición regresaron a su casa muy felices.

Elena O. 4º B EPO


 


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Unas recetas muy especiales

La receta de Nochebuena

Cristina es una niña muy imaginativa y esta Nochebuena ha decidido explicar los platos y los postres de la cena. Se lo ha contado a sus amigas en el recreo y ha decidido ayudarle a crear platos nuevos para este año.

Sus padres se han quedado sorprendidos al oir a Cristina decirles que va a poner en las recetas cosas buenas y ha dicho que estas Navidades su familia tiene prohibido enfadarse o pelearse con alguien. Hoy ha hecho una lista con las cosas buenas que va a poner en las recetas:

"Bondad, alegría, paz, cariño, fe, ilusión, esperanza, amor, felicidad, salud, tranquilidad..."

Una compañera del colegio le ha dicho lo que va a pedir para estas Navidades: tristeza y enfado. Cristina le ha dicho a Susana que todo lo que ha pedido son cosas malas, pero Susana no le ha escuchado porque a ella no le gusta la Navidad ni las cosas buenas. Cristina le ha resuelto su problema.

Cristina le ha explicado a Susana la receta para que le gusten las cosas buenas: pon en un recipiente un vaso de alegría y una cucharada de felicidad luego agítalo y ya está. Susana le ha dado las gracias a Cristina.

El día de Nochebuena Cristina empezó a preparar los platos. Cuando todos acabaron comenzó a explicar:

"El pollo está cocinado con aceite de bondad, en una cazuela he puesto una pizca de ilusión y dos minutos de paz en el horno"

Toda la familia esperaba el postre. Cristina empezó:

"Para el postre he preparado pastel de cariño y de fe con un salsa de esperanza, amistad y tranquilidad"

Toda la familia se puso a aplaudir y se quedaron hasta muy tarde para celebrarlo.

Claudia A. 4º B EPO

Un cordero riquísimo

Ayer fuimos a comprar la cena de Navidad. Compramos un cordero, estaba algo soso y primero le echamos unos taquitos de felicidad y una salsa hecha con amistad y bondad.

Olía muy rico pero con una gota de aceite de esperanza sabía genial. Cuando lo servimos en la mesa todos nos llenamos de amistad y alegría...

Al comerlo tu corazón se llenaba de generosidad.

Al finalizar brindamos con zumo de buenos deseos y prosperidad.

Pablo N. 4º B EPO

Merluza al horno con salmón

Compramos en el mercado una merluza y nos la abrió el pescadero por la mitad y nos quitó la espina de medio.

La pusimos en un recipiente, después de lavada la pusimos sal con mucho amor, la echamos salmón para que tuviera color, trocitos de bacon con mucha emoción, pimienta y mantequilla para cuando la comamos nos haga cosquillas.

¡Y al horno con ella! a 100º de temperatura y en media hora estará lista para todos los comensales que en esta familia con amor, armonía y paz la vamos a saborear en esta época de Navidad. ¡Estaba riquísima!

Paula H. 4º B EPO




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El encuentro con Jesús

Era el último día de colegio antes de las vacaciones de Navidad y en la clase de 4º de primaria solo quedaban seis niños hablando de lo que iban a hacer esas vacaciones, cuando uno de ellos dijo:

Ya es de noche, vamos a casa.

Recogieron sus mochilas y para atajar usaron una puerta que nunca habían utilizado; pero, no era una puerta normal, era una puerta que te llevaba a una época distinta y antigua.

No reconocían nada, incluso tenían un poco de miedo. A lo lejos vieron una caseta con una luz muy sospechosa, se acercaron muy despacio y se asomaron por un agujero y no se podían creer lo que estaban viendo. Parecía un sueño.

Tenían que entrar, tenían que asomarse, pues había un pesebre y sabían que era Jesús. Enseguida empezaron a hablar con María y José. Estaba resultando todo muy emocionante cuando, de repente, se abre la puerta del establo y entran los Reyes Magos.

No queríamos que se acabase la noche pero sabíamos que teníamos que volver a casa pues nuestros padres nos estarían buscando. Nos despedimos de todos y nos dirigimos a la puerta del tiempo.

Nunca nos iba a creer nadie si lo contábamos pero nos daba igual, había sido la mejor noche de nuestra vida. Ya nunca la Navidad iba a ser igual para ninguno de los seis.

Marcos D. 4º B EPO


 


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Un extraterrestre llega a la Tierra el dia de Reyes

Pedro estaba muy nervioso y alegre. Era la noche de Reyes y en su carta había pedido varios regalos, pero uno era especial: era una nave espacial con mando a distancia.

Se acostó pronto y cuando despertó fue corriendo donde estaban los regalos. Abrió uno tras otro: juegos de la wii, un balón del Barça, guantes de fútbol, pero no estaba la nave.

Pedro encontró una carta de los Reyes diciendo que les había sido imposible conseguirla.

Pasado un tiempo, estaba Pedro jugando, cuando miró hacia arriba del mueble del salón y no podía creer lo que veía: la nave estaba delante de sus ojos. Se subió a una silla y cogió la nave. Tenía un montón de luces y sonidos. De repente, Pedro oyó un ruido que venía del belén, vio sobresalir del portal una especie de antenas verdes.

Cuando dio la vuelta para ver lo que era se quedó de piedra, ¡era un marcianito! Tenía un gran ojo en medio de la frente, dos antenas y una pequeña boca.

¿Cómo has llegado hasta aquí? - le preguntó el niño.

— Me perdí por el espacio, vi una estrella que se movía y la seguí. La nave, de repente, se quedó sin energía y fui a caer dentro de un saco lleno de juguetes de un tal Melchor y en uno de sus descuidos saqué la nave y pude salir del saco.

Pedro le explicó quién eran los Reyes Magos y lo mágica que era esa noche y todo lo relacionado con la Navidad. Le dio de comer dulces navideños, le enseñó a cantar villancicos. Pasaron una mañana divertida.

El extraterrestre quedó maravillado con todo, pero tenía que irse. Pedro puso a cargar la nave y cuando las baterías estuvieron listas, el marciano despegó pero antes prometió a Pedro que volvería el próximo año.

Paola A. 4º B EPO




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Una visita espacial

Érase una vez en una galaxia muy lejana existía un planeta llamado Marte. En él vivían muchos niños con sus padres y madres. En Marte los habitantes eran de color verde, muy bajitos y tenían dos antenas. A todos les gustaba mucho su color, pero había un marciano llamado XR5 que no le gustaba nada su color. A XR5 le gustaba mucho leer y había visto en un libro que en el planeta Tierra los niños no eran de color verde. También había leído en ese libro que en la Tierra el día 6 de enero venían los Reyes Magos y traían a todos los niños los regalos que pedían. Así que el día 5 de enero XR5 cogió su nave espacial y viajó hasta la Tierra. Aterrizó en la Plaza Cibeles de Madrid justo en el momento que comenzaba la cabalgata de los Reyes Magos y se escondió en unos jardines para verles pasar. Vió que todos los niños llevaban una carta en la mano y se acercó a preguntarles.

Los niños le dijeron que en esa carta se pedían los regalos que querían que les dejasen al día siguiente. Entonces XR5 fue corriendo a su nave espacial y escribió una carta a los Reyes Magos. En la carta les decía quién era y de qué planeta venía y les pedía que fueran también a su planeta a repartir regalos. En la carta también les decía que no le gustaba el color de su piel y que quería que se lo cambiasen por otro.

 

 


Entonces XR5 cogió la carta y fue corriendo a ver pasar la cabalgata. Cuando vió a los tres Reyes Magos en sus carrozas se puso muy nervioso y empezó a saltar. Entonces el rey Baltasar le vió y le cogió en sus brazos. Le preguntó su nombre y qué deseaba que le trajese. Cuando XR5 le dijo que no le gustaba el color de su piel y que quería cambiarlo, Baltasar le dijo que él también tenía la piel de otro color y que no pasaba nada, que lo que importa es cómo son las personas por dentro y no por fuera.

Baltasar le prometió que el próximo año iba a ir a su planeta. XR se puso muy contento y regresó feliz porque ya no le importaba ser de color verde.

Javier G. 4º B EPO

 

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De mi tiempo a Belén

¡Hola! Soy María, una niña de 9 años y mi gran sueño era viajar en el tiempo. Os voy a contar mi historia.

Un día fui con mis padres al museo de la ciudad. Allí vi dinosaurios, un cerebro y... ¡una máquina del tiempo! Me emocioné y sin que nadie se diera cuenta me monté en la máquina, tenía muchos botones, en uno había que indicar el pueblo y año al que quería viajar. Yo pensé que aquello no funcionaba pero puse los datos de Belén y el año en el que nació Jesús y entonces comenzó el viaje. No tardé mucho en llegar porque viajé a la velocidad de la luz.

Cuando llegué me encontré en una calle con muchísima gente, era día de mercado. Me gustó mucho, vendían lanas, telas, comida, paz, cazuelas... Me acerqué al puesto de telas y me llamó la atención que la gente pagaba con distintas monedas que las que conocía yo.

 

 

Toda la gente comenzó a apartarse, parecía que llegaba alguien, que sorpresa ¡eran los Reyes Magos!, les seguí porque sabía que iban a ver al Niño Jesús.

De repente, se pararon. Melchor se bajó del camello, se me acercó y me dijo:

¡Hola!

Yo me quedé muda pensando qué me iba a decir, para mi asombro me invitó a montar en su camello.

Cuando llegamos vi a María, José y al Niño Jesús. No me lo podía creer y me presenté.

Soy María y me gustaría saber cosas de vosotros.

Me acerqué al Niño Jesús, la verdad es que no me habló mucho pero le entendí que me decía que estaba muy contento y caliente en el pesebre y que le gustaba mucho su familia.

María me dijo que estaba muy contenta, me preguntó que si estaba cansada y quería comer algo, ya que tenía cositas que le habían traído los pastores. José me explicó que era carpintero y que tenía una familia estupenda.

Los Reyes Magos fueron muy buenos conmigo, vi como adoraron al Niño Jesús y le entragaron los regalos.

Luego me acerqué a un grupo de niños y cantamos villancicos, después volví a mi tiempo y se lo conté a mis padres.

María F. 4º B EPO


 

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Ha desaparecido Melchor y su camello


Hace mucho tiempo, en Navidad desaparecieron el rey Melchor y su camello. El 25 de diciembre en el nacimiento de Jesús estaban Gaspar y Baltasar con sus regalos para el Niño, pero Melchor y su camello no estaban. Y se preguntaron:

¿Dónde estará Melchor?

Buscaron por el Amazonas, por el desierto y en los lugares más remotos del mundo.

Habían pasado unos días del nacimiento de Jesús. Cuando los reyes volvieron a casa, encontraron a Melchor y su camello en la cuadra.

¿Qué haces? - le preguntaron.

— Pensando un regalo para el Niño.

— El Niño ya ha nacido.

¡Ah se me había olvidado!

¿Qué le vas a regalar?

— Le voy a regalar: amor, cariño y alegría.

Los Reyes Magos llegaron a Belén el día 6 de enero. Melchor, por fín, le pudo dar cariño, amor y alegría al Niño Jesús. Gaspar y Baltasar se alegraron mucho por su amigo.

Alejandro R. 4ª B EPO

 

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La campanilla mágica

Había una vez un niño de 9 años que se llamaba Diego, era muy inquieto y parlanchín. Un día mientras jugaba con sus amigos al fútbol, se encontró una campanilla dorada, sucia y muy vieja.

Estaba pensando en que le gustaría jugar a indios y vaqueros un rato y sin darse cuenta se puso a tocar la campanilla.

De repente, desaparecieron el campo de fútbol, las porterías, el balón y sus amigos. En su lugar había un fuerte de madera grande como una casa, y él estaba en la torre, al lado de la bandera, viendo como los soldados se preparaban para luchar contra los indios que venían a lo lejos dando gritos.

 

Se asustó tanto que deseó estar en su casa y sin darse cuenta, volvió otra vez a tocar la campanilla. Un segundo después estaba en su casa y su madre le llamaba para cenar.

Por la noche, cuando se metió en la cama, no podía dormirse pensando en lo que había pasado. Miró la campanilla y se le ocurrió una idea. Y pensando en ella se durmió.

Al día siguiente era Nochebuena. La madre de Diego había preparado una cena estupenda. Cuando ya estaban todos sentados a la mesa, Diego tocó bien fuerte su campanilla. Entonces, desapareció el comedor y apareció toda la familia sentada a la mesa en un pobre establo. En un rincón estaba una señora muy guapa con un niño recién nacido en los brazos y un señor de negra barba muy simpático que dijo que se llamaba José. Como no tenían nada para cenar, la madre de Diego enseguida repartió todo lo que tenían con ellos.

Luego llegaron pastores con quesos y leche para el Niño. Hasta unos reyes le llevaron regalos. Y todos juntos bailaron y cantaron.

Diego jugaba con el Niño haciendo sonar suavecito la campanilla y el Niño se reía a carcajadas.

Pero, una de las veces la campanilla se cayó al suelo y sonó muy fuerte, justo cuando Diego estaba pensando en su cama porque le estaba entrando el sueño. Y un segundo después estaba en su camita. Cerró los ojos y pensó que aquella había sido la mejor Nochebuena del mundo.

Aroa G. 4º B EPO

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Eric en el Polo Norte

Muy lejos de aquí, en el Polo Norte, Papá Noel y los elfos estaban muy ajetreados. Ya quedaba muy poco para Navidad y todavía había muchos regalos por hacer. Papá Noel estuvo todo el día trabajando en su fábrica de juguetes. Estaba tan cansado que decidió irse a dormir, pero sin darse cuenta perdió las llaves de su fábrica.

Eric, que vivía cerca de allí con su fiel husky llamado Fugaz, vieron algo que brillaba a lo lejos. Se acercaron y descubrieron unas llaves. Pero no eran unas llaves normales, eran grandes y brillantes. Eric se quedó alucinado. Pensaba que eran las llaves de un cofre de un tesoro.

Al otro lado, Papá Noel se acecó a la fábrica con sus fieles elfos y no encontró las llaves de la puerta. La puerta era gigante y por supuesto, sin llaves era imposible abrirla. Empezaron todos a buscarla. Los elfos subían, bajaban, tropezaban, chillaban... pero sin encontrar las llaves.

¿Qué vamos a hacer sin los regalos de los niños? - dijo Papá Noel.

En medio del Polo Norte, Eric buscaba el tesoro, probando las llaves en todo lo que podía. Pero estas llaves no abrían ni puertas, ni cajas, ni cofres...

Fugaz, que llaves tan especiales ¡No abren nada! - dijo Eric.

¡Guau, guau, guau (algo tendrán que abrir).

De tanto andar estaban agotados. Fugaz ya no podía meter la lengua dentro de la boca. De repente, las llaves empezaron a brillar más y más. Les condujo hasta un pueblecito. Estaban todos dormidos. Fueron a parar justamente a la puerta gigante de una fábrica. Eric estaba maravillado, no podía ni llegar a la cerradura. Entonces intentó ponerse encima de Fugaz, pero continuaba sin llegar. Y en un plis, plas la llave le subió hasta la cerradura y la puerta se abrió.

¡Fugaz, cuántos juguetes! ¡Ya encontré mi tesoro!- dijo Eric.

Saltaron, jugaron, bailaron, hasta que se durmieron. Por la mañana, Papá Noel se dirigió a su fábrica y vio la puerta abierta. Llamó a los elfos y entraron. Para su sorpresa vieron a un niño dormido encima de los regalos. Le despertaron y Eric les explicó que la llave le trajo hasta aquí. Papá Noel le agradeció porque sin las llaves de la fábrica sería imposible hacer realidad los sueños de los niños. Se despidieron y de regalo de Navidad le dieron una llave de un tesoro de verdad...

Mafalda M. 4º B EPO

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Cuentos de Navidad, 2012
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