Después se acordó del ladrón de los colores.

Fue con su caja de colores hasta el cuento en que se había metido. Ahí vio a Caperucita con una cara triste pues su capa no era de ningún color.

Entonces Elena cogió su color rojo y la pintó la capa de rojo y luego hizo lo mismo con el cuento de Peter Pan; de repente, llegó Marta, la abuela de Elena, y al verla leyendo el libro que ella le regaló, se alegró tanto, que le dio un patatús.

Luego Elena le contó todo, incluyendo que los cuentos habían recuperado su alegría y su color rojo. Y Marta, la abuela de Elena, fue la única que la creyó.



Y ésta fue la increíble historia de Elena.

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